
La lencería sobre mi cama no es solo una tela. Es un ritual.
Cada encaje, cada broche, cada hebra de seda guarda una intención.
Hoy la he dejado ahí: extendida con cuidado, esperando mi piel… esperando sus ojos, los de mi esposo. Porque no son para él. Vestirme para otro hombre no es traición. Es una confesión callada de lo que aún arde en mí. Es jugar con el límite, con la entrega, con ese vértigo íntimo que nace cuando sabes que estás siendo deseada… por más de una mirada.
Mi cuerpo sigue siendo mío, aunque a veces lo preste o lo regale. Cuando me visto para otro hombre, lo convierto en una promesa. En una historia que todavía no se ha escrito. Nada me moja tanto. Y él lo sabe. El que me mira en silencio. El que deja que cruce esa línea. El que entiende que, a veces, amar también es soltar.
Hoy no me he vestido solo para provocar. Me he vestido para sentir. Para encender. Para ser todas las versiones de mí que solo el deseo verdadero puede revelar.
Y tú… ¿Te vestirías para otro, sabiendo que él te mira?
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Comentarios
hola Olivia, bello texto y bella explicaciones de lo que sientes y como vives, un beso enorme te mando
Que momenntazo, que sensación
Hola Oli,me encanta como en un breve texto puedes decir tanto💋
Sería precioso observarte como te vistes después de que sales de la ducha